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Articles 2005 VI - El Mundo

ABC tercera 28.XII.05. Inocentadas
ABC tercera 28.XII.05. Inocentadas
INOCENTADAS, CHISTES, HUMORADAS Y JITANJÁFORAS
Fernando Arrabal
Sólo sé que nada sé de inocentadas. Pues quisiera ser santo antes que ‘Nobel’.
Al humorista que dice "Parle-moi d'humour" el inocente le ruega: "Parle-moi d'amour".
Si como asegura el diccionario la inocentada es “un engaño ridículo en que uno cae por descuido o por falta de malicia” obviamente yo soy un caído. Y que nadie salte a la cuerda en casa del ahorcado.
Pero si la inocentada fuere “el chasco que a uno se le da [únicamente] el día de los Santos Inocentes” yo cualquier día puedo creer al violinista que me dice “toco de oído metiéndome el arco por el tímpano”.
Sin los especialistas no habría humor (ni inocentadas) puesto que el celibato es cada vez menos hereditario.
Uno de esos egregios conocedores del humor y de las inocentadas ha dejado de ser masoquista: gozaba demasiado.
Por cierto este sabio podría decir cosas interesantes sobre las inocentadas si dijera lo contrario de lo que piensa.
Es un humorista tan maravillosamente veterano que ya hacía inocentadas cuando el Mar Muerto sólo estaba enfermo.
Debo reconocer que lo primero que se me ocurre cuando oigo la palabra inocentada es sacar del bolsillo revólver mi “San Agustín”:
-Cuando no se me pregunta lo que es el tiempo creo saber lo que es, pero cuando se me pregunta no sé responder.
Y, para mayor emoción inocente, el santo es mi paisano (¡Viva Souk Ahras y viva Melilla! querido lector africano.)
La inocentada irrazonable que sedujo a las masas sin misas hace dos siglos: Notre-Dame de París fue transformada en cabaret para la fiesta de la diosa Razón. [El terráqueo ¿se nutre de sus terrores?]
El ‘revolugioso’, Robespierre, prefirió instaurar el culto al Ser Supremo. Por ello, antes de ser guillotinado, el ciudadano Merda le partió la cara. Gracias à su gesto ‘desmandibulatorio’ el “sans culotte” pudo ‘desmerdar’ su apellido.
El « nonsense » apareció como un afluente del humor. Edward Lear acabó su divertido « Book of Nonsense » en 1848. [Hoy el SCP (Sindicato de Copistas de Progreso) ha creado el CDP (Código de Deontología para Plagiarios).]
También en 1848 Marx publicó su desopilante «Manifiesto del PC ». Y Tackeray su aburrido « Libro de los esnobistas »; en dos minutos, leyendo su primera página, perdí diez y ocho horas.
Marx, después de haber ‘estuprado’ a su criada exigió, en plena impetuosidad, que las proletarias no fueran abusadas sexualmente por los capitalistas. Eva prefirió Adán al Edén.
El dandi (luego de hacer de su mayordomo el padre biológico de sus hijos) afirmó:"No tengo el más mínimo deseo de cambiar absolutamente nada en Inglaterra, salvo el clima".
Desde que mi amigo revolucionario se ha comprado la colección completa de ‘Mundo Obrero’(encuadernada lujosamente) al fin conoce a la clase proletaria. (Ahora vende preservativos con certificados de antecedentes penales.)
Freud repitió ‘prolijiosamente’ que el humor debe ser conciso. (¡Y qué autor de libros fue! Lástima que escribiera.)
El « chiste » preferido de Freud, y que analizó hasta la saciedad, lo resumo: “Un lunes, a punto de ser ahorcado, el condenado dijo: ‘Pues ¡qué bien comienza esta semanita!’.”
Acabo de abrir un “ensayo exhaustivo” sobre el humor y la inocentada: « it’s closed ».
Se debería informar a los redactores de estos tratados que existe la elipsis (¿no es cierto admirado Mingote?).
El Nuevo Puente de Londres y el Museo Guggenheim de Bilbao ¿son dos inocentadas? En todo caso humildemente los celebro como dos modelos casi insuperables de chatarra ‘kitsch’ trenzada con humor involuntario.
La inocentada no me permite distinguir concretamente (en abstracto) el humor de la ironía, o de lo cómico, o de lo gracioso o de lo burlesco. Pero mi amigo ateo dice que el sexto día Dios creo el móvil y descansó.
Los especialistas de inocentadas pretenden que hay humor ‘new-yorkés’, inglés, judío, esquimal e incluso televisivo. Toda belleza duerme.
Los catedráticos del tema han descubierto el humor rosa, el azul, el verde y el negro. Según mi modesta opinión este último borra los demás colores y los domina como pleonasmo.
Paradójicamente se habla con realismo de utopía, con odio de amor, con seriedad de humor, con astucia de inocentada. E incluso con nostalgia de los onanistas que hacen el viaje de luna de miel solitarios.
Como lo saben mis temerarios lectores la imposibilidad de traducir la palabra inglesa –« hhyumor »- al español explica el Ministerio de Fomento y la ‘nueva cocina’ nacional.
El gazpacho francés se condimenta con sal, pimienta, perejil y tomate… y luego se tira por el váter.
Inocentada: El buzo de la torre Eiffel se ha enamorado de la manicura de la Venus de Milo.
Hipócrates ha conseguido que jure su compromiso su detestado abortista y ‘eutanasista’ de cadáver exquisito. (Hay doctores que crean acueductos entre sus escrúpulos y sus dogmatismos)
Hipócrates descubrió los cuatro humores: Bilis : el fuego, Atrábilis : la tierra ; Sangre: el aire y Pituita: el agua. Una cucharadita de bilis corrompe un jarrón de miel pero una cucharadita de miel…
Ben Jonson asegura que “la predominancia de uno de los cuatro humores confiere tal excentricidad al paciente que se torna cómico”. El porvenir… ¿ya?
La aparición -virginal- del humor en el diccionario de los inmortales de la academia francesa sucedió en 1762 bajo el manto de la teoría de los humores No olvidemos que merced al progreso de las religiones modernas la eternidad es cada día más larga.
Gracias a la segunda acepción de la ‘Enciclopedia Espasa’ me entero de que el humorista es el “médico partidario de las doctrinas del humorismo”. Lo inefable esta contenido en fábula.
La Academia de los «umoristi » fue fundada en Roma en 1602 para dar lustre a la extravagancia, brillo a la exageración y esplendor a la fantasía tan hilarante como el gas.
Al kamikaze su mando terrorista le gastó la inocentada de ponerle un casco durante la operación-suicidio. [Saltó al vacío desde su castillo en el aire.]
Juan de Huarte en 1575 afirma que el ingenioso [como Don Quijote lo sería más tarde] es un hombre de temperamento enjuto, estrecho y seco ¿Cuál torero hemofílico?
Por ello cuando Goya se volvió sordo ¿su loro se hizo mimo?
El humorista extranjero no llega a hablar español pero ya ha aprendido a no tirar de la cadena después de hacer pis.
El ‘inocentadófilo’ pescó una sardina únicamente porque le amenazó con un sable de abordaje.
Existen países tan modernos y poco inocentes que los ‘travestis’ ya son mujeres que se casan y se divorcian.
El humorista rezó a los Santos Inocentes para que su panfleto ateo alcanzara un puesto en la lista de “más vendidos”. [Sueña para no aburrirse mientras duerme]
No es una inocentada: Tan triste… no es serio. Tan cómico… no es divertido.
No es una inocentada: El amor y la poesía me embriagan, inocentemente, como al tigre la sangre.
Tampoco es una inocentada: Los arquitectos crean ciudades, los ángeles bosques.
Arrabal, dramaturgo, París.
31/12/2005
Mundo 27.XII.05 Melilla

MELILLA Y SU MARAVILLA
Fernando Arrabal


Secreto de Melilla.
Con qué intensidad y devoción se vive en la ciudad el Ramadán musulmán, el Yon Kipur hebreo, la fiesta del Holim hindú y la Navidad cristiana. Con qué lucero irrumpe el océano por los cuatro ríos y el cielo se abre con fervor.
Con qué brío y poderío la ciudad integra en su seno el chaparrón de sabidurías y de conocimientos dispares. En ello reside su esencia. Su tolerancia se alza al rango de arte de vivir helando en su balcón los fanatismos. Es el secreto de Melilla. Y su maravilla.
¿Cómo no iba a soñar buceando en los amaneceres, poeta, con que un día la ciudad sus palacios y sus elegías fueran sede de seda para las Naciones Unidas?
*
Teatro de Melilla.
A un paso de él y de las bombillas del antiguo faro nací dentro del casco, las murallas, la esperanza y la espuma de Melilla. Vine al mundo alumbrado por los símbolos de mi vocación: cachorros y espoletas de mi memoria, con la convivencia en paz por geografía.
Pedro de Estopiñán al poner pie en Melilla el 17 de septiembre de 1497 no necesitó comparar, como después lo haría Cervantes, los besos de las artes a las armas en la clandestinidad del colegio. Los artistas de su compañía montaron un artilugio y un arrabalesco en el arrabal del peñón. Y el telón del teatro se alzó. La cabalgata sin corbata apareció gracias a un decorado de maderos pintados que imitaban la piedra. Las tablas fueron plantadas como escenario y maquinaria de teatro. Durante la noche del pacífico desembarco, de tul sin cataclismos, los soldados representaron el papel de tramoyistas de un elenco de comediantes. Con qué ilusión los espectadores aplaudieron a la "troupe": creían que, por encanto, había amurallado con cantos el peñasco. Para chasco de los historiadores de la crueldad y de los anecdotarios de la mala leche, la comedia no terminó en tragedia. Ni siquiera requirió un cubilete de zumo de granada que en aquel tiempo (de ficheros sin refugio y de cazas organizadas) servía de hemoglobina fina antes de Hollywood o de sangre sin hematíes en el corral del amor al prójimo.
Aquel 17 de septiembre la compañía de don Pedro entró en una Melilla a cureña rasa, entonces sin habitantes, ni defensores ni perros que ladraran. El acto teatral no requirió ni choque, ni refriega, ni escaramuza. De tal manera que el 11 de marzo de 1913 Alfonso XIII, quedó perplejo, ante el borrador de su almohada, a la hora de calificarlo.
La hazaña y el escenario del destacamento es destacada imagen de la Melilla actual. Por su teatro, su tolerancia, su “multirracialidad” y su pacifismo sacados en limpio.
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Renacimiento de Melilla.
Con qué guapeza e inspiración, pasados casi cuatro siglos (luego del día fundador en 1497) Melilla trazó su raya, su nostalgia y sus límites. Gracias a un tiro de cañón de juguete y con ligueros, renació con esplendor.
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Caridad de Melilla.
El gobierno de España, en 1929, veinte años después del comienzo de la gesta de su renacimiento, hizo el gesto de otorgarle a la ciudad, sin reclamaciones ni ortopedias, el título de "muy caritativa". Si por su historia es digna de este lema de lomo y tres narices, honores mucho mayores merece como Venus de la filantropía y sus bálsamos.
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Urbanismo y arquitectura de Melilla.
Con qué arte y oficio de diosa sin ruedas de molino, a comienzos del siglo XX la ciudad dio cita, y sin cuitas, a vanguardistas y clásicos. En su aventura de urbe, fiel a sí misma, Melilla sólo se dejó arrastrar por su temperamento, sus estramonios y sus columpios.
Su revolución urbanística, sin epilepsia, forma parte de la estructura espiritual de una ciudad que mueve y conmueve por su respeto a las diferencias cuando vuelan las mariposas.
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Nieto y Nieto de Melilla.
Nieto y Nieto (hijo) e hijo espiritual del modernismo y de Barcelona, llegó a Melilla, con un pirulí en la boca y Dios en su corazón, a los veinte añitos recién cumplidos. Había participado (vacunado con agujas de gramófono en su factor rh) en la construcción, con su maestro Gaudí, de la Pedrera en Barcelona. Su historia de amor con la ciudad de Melilla sólo concluyó con su muerte en 1955.
De este idilio de 43 años nacieron algunos de los principales edificios que cimientan el estilo, la unidad y la síntesis de Melilla. No en balde en sus atalayas, playas y “mobilettes” se hermanan los niños de sus diferentes pueblos.
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Modernidad de Melilla.
Ninguna ciudad occidental la abordó con tal rejo y empuje de diez y ocho quilates en aquel comienzo del siglo XX.
Con saliva común se enlazaron cubismo y futurismo, estridentismo y ultraísta, surrealismo y expresionismo, dadaísmo y renacentismo, neo-románico y neo-gótico, modern style y art-deco. Todas las facetas aparecen en sus fachadas como manzanas de paraíso y como paleta de la integración de contrarios.
Melilla hacía soñar a Sonia Delaunay y la impulsaba al "simultaneísmo" y su parábola de doble paticoja. Rafael Barradas anhelaba una arquitectura ultramelillense y "vibracionista" de palmeras, autogiros y naranjos. Y Fernando Arrabal Ruiz, arropado por la pasión y el vértigo, me concebía en 1931 –para que naciera el 11 de agosto de 1932-.
A la par que comenzaba la epopeya urbanística de Melilla Le Corbusier cenaba en la casa parisiense y creacionista de Huidobro con Juan Gris y Fernand Léger, intentando condensar contradicciones. Cansinos sin cansarse repetía: "la salvación reside en aceptarlo todo: todo lo que venga, todo lo que sea nuevo".
La modernidad tenía, entonces, en España, de punta en blanco y con tranvías, a los mejores abanderados del mundo: Ramón y Cajal, Dalí, F. Arrabal Ruiz, Alfonso Salazar, Cansinos Asséns, Mauricio Bacarisse, Juan Chabás o Francisco Bores. Pero Melilla, gracias a su arquitectura, sus reformas, sus edificios, sus penachos y su modernismo era la praxis de la obra.
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Arturo Soria y Melilla.
Aquel revolucionario quiso renovar la urbe rompiendo los cimientos de la época. Soñó con una calle de doncellas, de héroes y de peatones (“una ciudad lineal”) de 500 metros de anchura que enlazara Melilla con El Cabo (o Madrid con Cádiz). Por la parte central de la cinta y quimera correrían, sin merodeos, trenes, tranvías, bomberos, barrenderos y las canalizaciones alfombradas de agua, gas y electricidad. A la espalda y a la derecha e izquierda de la “línea” los ciudadanos vivirían en casas sin camorras con jardines descolgados. Serían individuos, contemplando un campo sin fin, insumergibles en las misas y mesas de las masas.
El día en que Arturo Soria inició la construcción del barrio madrileño de Ciudad Lineal, su utópica cinta bonita fue hecha trizas de cuajo por tópicas urbanizadoras. Por ello Arturo II fue un admirador del laboratorio de urbanística que lucía Melilla por encima de la melancolía y del naufragio.
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Medina Sidonia y Melilla.
Cuando hace treinta y pico de años la duquesa de Medina-Sidonia vino a mi retiro en el destierro de París se vistió con metáfora de trapillo y con remendados vaqueros de barrera proletaria. Fumando tabaco cucarachero, llamó la atención del grupo de españolas endomingadas en la camilla, el rocío y las fotos de la portería. Aquella mujer apostaba en el tintero por huelguistas en cruz y en cuadro y por la ciudad en que nací. Hacía cinco siglos que uno de sus ancestros, sota de la baraja, humedeciendo sus medallas había vivido la primera aventura melillense sin alborotársele el flequillo.
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El dragón de Melilla.
El dragón del escudo de Melilla recuerda al "espantoso monstruo" devorador de leones que aterrorizaba a los habitantes de la región. En la charca de la mala esquina y peor muerte aquel dragón era el arquetipo de la intolerancia.
Un majo y valeroso antepasado con pelos en el corazón, apagó los fuegos a la fiera del símbolo. De una estocada de puño le atravesó las entrañas y le cortó la lengua. Su retorno y su triunfo, lengua en mano y león por escolta cual chucho faldero, fue digno de su empresa, de su glorieta y de su gloria.
Para conservar memoria de aquel remate (y para derramar doctrina de perfil), el escudo de Melilla luce a este achicharrante enemigo y volcán vencido a pulso. El animalazo plantado con una espada en la garganta simboliza el mal y sus garitos rendidos a la intrepidez de la tolerancia y sus garitas. El fajín en bandolera del escudo dice: APraeferre patriam liberis parentem decet@. Para mayor abundamiento en la cresta, como cromo de tebeo, un dragoncida y bueno vestido de guerrero del antifaz (instalado en un castillo en el aire) lanza el famoso puñal de la alegoría a los carceleros de su hijo. Aquel valiente cortó para siempre la lengua del dragón. Y Melilla supo desde ese día vivir en su propia variedad y en concordia con todos sus hijos de las cabelleras sueltas.
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Maravilla de Melilla.
Los africanos melillenses de hoy, también dicen, frente a racistas e intolerantes: "¡Dragoncitos! ¿a mí?"
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Otro arrabalesco.
Que Melilla siempre pueda disponer de esa aurora inmensa llamada tolerancia.


T.S. Fernando Arrabal, París.
19, de ‘Sable’ del año 133 de la E.’P. (‘Gravidité de Mère Ubu’). [19.XII.05 (vulg.)]
11/12/2005
MUNDO11.XII.05. 50 años después.

En las manos de Fernando Arrabal la foto que le tomó Daniel en 1955. Hoy hace exactamente [crónica 500 (EL MUNDO)] medio siglo que el dramaturgo llegó, desterrado, a París: fue el 11 de diciembre de 1955. Foto: Lis. Arrabal: ASI QUE PASEN 50 AÑOS Y 500 CRÓNICAS.
Proyecto: Aquello que se anhela (hasta en vela), o que se tiene intención de hacer (como quehacer).
Sistemáticamente todos mis proyectos cambian con extravagancia, crecen con prodigalidad o perecen con ruina. ¡Ojo! [°] el pretérito no ha muerto, ni siquiera ha pasado {¡turututú!}.
Con ocasión de mis 50 años de destierro Jos Campal me pregunta “¿Cuáles son sus proyectos? ¿qué veremos en su próximo film Yo?” . Le recuerdo que luego de dirigir mis siete largometrajes se repitió la ocurrencia [¡bis!]: “y al séptimo descansó como Dios”. Yo sería [empleo el condicional -amados y pacientes lectores que me soportan desde hace tantos años (y no digamos… el sufrido periódico)- a destiempo (con intención)] un film definido por su título. # Así sea #. Gracias a él espero liberarme de la degradante obligación de ser un cineasta de mi tiempo.
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Jaculatorias (y eyaculaciones, del latín jaculari) para conmemorar 50 y 500 [o si se prefiere L y D -como Lis, yo ‘and’ Dios-]:
El Teatro desde antes de Esquilo [y de Mesopotamia y del primer diálogo -Adán & (und) Eva-] fue siempre contemporáneo.
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No era un gorro de baño para su gato [lo que tenía en su mesilla de noche la médica -modernísima- del Sanatorio de Bouffémont (Seine et Oise)] sino su diafragma.
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En aquel tiempo sin pies ni cabeza [de guerras coloniales] la Justicia guillotinó a un mutilado de las dos piernas.
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Soporté estoicamente el dolor de la operación pero únicamente hasta el momento en que me hizo sufrir.
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La celosísima ex-pediatra de 74 años dijo a su ex-idolatradísimo: “deseo verte muerto con dos pinos clavados en los ojos; que el mejor gane”.
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El benefactor y ecólogo [de entonces –tan semejante a su biznieto de hoy-] no castró a su mejor amigo sino a su gato.
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Mientras me operaban anestesiado (‘<“me creían inconsciente”>’) oí esta frase: “Lo peor es lo menos malo cuando se está en las últimas”.
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Gracias a las visitas de los altruistas profesionales [y de los filántropos (también) institucionales] observé que cuando la modestia es falsa~ el (falso~) humilde acrecienta su propio valor.
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Cuando el interno de medicina gandul [¿inventó la falta de tiempo?] supo que un robot podía hacer la mitad de su trabajo encargó dos.
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En el Sanatorio me enteré de que, a Dios gracias [no hablemos de Pan, s’il vous plaît, thanks und beijos], muerto Stalin, no “enterraron” a Aragon, ni muerto Beria a Carrillo, ni muerto Mussolini a Franco, ni (veinte años después) muerto Franco a sus leales servidores q.e.s.m..
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Se puede imaginar lo que los psiquiatras [e incluso los (antiguos) siquiatras de pro] del Sanatorio con delirio de interpretación podrían pensar de mis propios delirios de interpretación. De manera que nada les impedía saltar a la comba en casa del ahorcado.
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En el Sanatorio empezaron a decir que era un humorista en cuanto puse mis pensamientos de perfil. Incluso cuando dije que la cruz era insignificante de canto.
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El director del Sanatorio era tan bígamo que tenía una mujer de más, pero cuando se volvió monógamo le ocurrió lo mismo.
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François-Robert me confesó hace medio siglo [L y 50 como ya he dicho -¿o tengo que repetirlo?¡qué país!-]: “es asombroso poder imaginar la cantidad de hombres con los que no me he casado”. Luego añadió “pero en cuanto lo haga me divorciaré rápidamente para parecer normal en Francia”.
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En el Sanatorio el kinesiterapeuta erotómano [X*X*X*] tenía una vida sexual gigantesca, ahora tiene una pantalla de televisión gigante.
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Pase un siglo en el Sanatorio para comenzar durante todo el primer día.
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En aquella maravillosa región de sanatorios había dos estaciones: la de las lluvias y la del año siguiente.
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Mi amigo ex-alpinista del Sanatorio se volvió tan masoquista y drogadicto que al salir, el pobre, se hizo millonario como ciclista.
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El anciano tuberculoso homosexual nos recordaba: “Entonces el sanatorio era como el paraíso antes de la llegada de Eva: un universo cien por cien masculino”.
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Únicamente el tuberculoso inteligente del Sanatorio, gracias a su sentido del humor y sus chistes no caía en la desesperación y la tristeza. Un día apostó con tanta gracia por un galgo tan lentísimo que ganó la carrera siguiente.
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Antes de morir asfixiado por la tuberculosis el poeta me murmuró: “Este doctor es tan hipócrita que tiene el culo en la boca”.
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En aquel 1955 el terrorista de Bouffémont creía tanto en la democracia que elegía a sus víctimas colonialistas por mayoría simple.
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La inolvidable enfermera tenía tanta experiencia que besaba en la boca como si fuera nueva la lengua que lamía.
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Cada semana me da tanta pena escribir la última jaculatoria que ganas me entran de suprimirla.
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Otro arrabalesco: Como el diablo carecía de calderilla el Inspector Nacional de la Emigración no le pudo vender su alma (‘faustosamente’).