Fernando Arrabal fumando platónicamente: Foto: Lis.
10 de febrero de 2008
Arrabal: “El tabaco para el hombre y el oso: lo más peligroso”
Fumar mata y mito: Yo ya no fumo. Se me pasaron las ganas como las de chuparme el dedo anular de la mano izquierda; deseo y desenfreno que perdí misteriosamente al cumplir cincuenta y un años. ¡Aún hoy añoro aquel consuelo! En los francos sanatorios los enfermos podíamos fumar salvo durante la “cura de reposo”. En el de Bouffémont el ejército francés nos regalaba cada mes, y a cada tísico, quince paquetes de “caporal”: dura picadura para cabo de tubo y nabo. Como no todos fumaban algunos cosechaban varias raciones de cabo a rabo. Según Alfredo Carrión los carteros distribuían el correo en los sanatorios hispanos cigarro en boca para evitar que el bacilo les entrara por ella. Antes de mi destierro se decía “a mal dar, tomar tabaco” que valía por “cuando caen penas, un pitillo”. Jean Nicot le dio nombre a su curalotodo nicotina. Durante siglos se celebró al tabaco por sus poderes terapéuticos. E incluso por sus virtudes sobrenaturales. En Sicilia el tabaco en el ombligo era panacea para expulsar las lombrices de los niños. El joven Marsey enciende un pitillo (después de una tórrida noche con la ‘chica de los ojos de oro’): “de esto sí que el hombre nunca se hartará” escribe Balzac[***] ¿Podemos imaginar a Mallarmé[***] o Baudelaire[***] de otra forma que fumando como los inmortalizaron Courbet[*] y Manet[***]? La silla de Van Goh[**] ¿sin pipa? Los que tenemos la mala pata de cargar el raro grupo sanguíneo B negativo oímos las sandeces que nos repiten algunos: “nosotros los B negativo unidos jamás seremos vencidos”. Por tres veces en 1960 (New Orleans) intenté tomar el desayuno en la “colored section” sin conseguir otra cosa (y con razón) que las risotadas de las camareras, auténticas “colored” de la discriminación. Hoy la perentoriedad de algunos pro-tabaco sólo la supera la vigilancia de algunos neófitos anti. Unos y otros se acusan de ayatolas, de integristas o de talibanes del tabaco o del antitabaco. La percepción de la masturbación ha pasado por parecidas etapas (pero en sentido opuesto) en plena confusión pánica. Estas batallitas del principio de indeterminación cuánto dicen de nuestra enternecedora fragilidad.
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Jaculatorias (eyaculaciones, del latín ‘jaculari’) vertidas en muy libres arrabalescos:
“Fuman menos: más memos”, S. Johnson[*] (crítico, poeta).
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“El tabaco para el hombre y el oso: lo más peligroso”, A. Hitler [0°] (socialista, nacionalista).
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“Si en Dios me fío, confío en mi pipa”, J.S. Bach[***] (organista, compositor).
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“El tabaco de vuecencia amortigua la concupiscencia”, J.F.Lafitau [*] (jesuita, etnólogo).
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“Dejar de fumar: fácil. Sin dificultad lo conseguí cien veces”, M.Twain[***] (tipógrafo, piloto)
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“El cigarro arrime, sublime”, R. Klein[*] (profesor, escritor)
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“El tabaco es laxante; antes”, Claude Bernard[®] (fisiologista, fundador)
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« Sólo fumo solo o acompañado », W.C. Fields[**] (actor, consumidor).
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« Todo lo que dilapidé en pitillos, me lo gastaría en cohibas », H.Marx[**] (hermano, arpista).
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“Absorbiendo el humo por la nariz, pueden predecir el porvenir”, F.López de Gómara[*] (capellán, historiador).
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“De chaval me inicié con el cigarro y la paja” [***], C. Bukowski (poeta, autobiógrafo)
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Otro arrabalesco: En la adolescencia ¿fumar mata a humo de pajas?
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