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Arrabal. con un grupo de actores patafísicos que interpretaron la versión teatral de su “Carta al general Franco” (1972). Foto: Lis.
23 de marzo de 2009 (611)

Arrabal: Sarcasmos, rebuznos y Dios.

Kurt Gödel[
***] se dejó morir de inanición hace treinta años sin dar a conocer, salvo a su idolatrada mamá, su demostración matemática de la existencia de Dios. “El mayor lógico después de Aristóteles[***]” temió los sarcasmos y rebuznos de sus contemporáneos. Obviamente ni patafísicos ni pánicos se mofan de quienes, en las antípodas de la magia y sus “no-importa-qués”, alían ciencia y misticismo. Sería un error juzgar irreconciliables la Confusión o la Excepción al Dios de Gödel. Los presupuestos de los científicos creyentes pueden observarse como los del empeño por reconocer, inconscientemente, a la Confusión.
Los esfuerzos matemáticos de, entre mil otros, Gödel, Alfred Jarry[***], Spinoza[***], Grothendieck[***] o Louise Bourgeois[**] por demostrar la existencia de Dios sorprenden o provocan a los maestros del ateísmo. Gödel, (el amigo de Einstein[*] con quien daba su paseo diario en la Universidad de Princeton) para probar la presencia eterna de la divinidad acogió los "espejos indestructibles del universo" de Leibniz[**], el “hipercartesianismo” racional o el argumento ontológico de San Anselmo[***]. Con ello sólo escandaliza, hoy como ayer, a los maestros del materialismo.
Parece evidente que si Dios fuera imperfecto, como todo “humanoide”, no sería Dios. De la misma forma que si a la circunferencia le son propias ciertas características (por ejemplo, tener un diámetro), a Dios le es propio existir en virtud de su perfección. Pero este axioma, más que implicar la existencia de Dios, pone de relieve a la Confusión omnímoda.
Introducir dudas respecto al mundo material que nos rodea, a través de los cálculos matemáticos de deístas de la Ciencia, impulsa la omnipresencia de la Confusión. Es otro error imaginar que el patafísico celebra la Excepción: únicamente describe su universalidad ontológica, como el pánico las ceremonias y los ritos de la Confusión, de la ambigüedad o de la indeterminación cuántica.
¿Cuál es la causa del universo o de las leyes matemáticas? ¿Por qué existe algo en lugar de nada? Según el creyente matemático esta pregunta conduce a la raíz de todas las causas posibles: Dios. Según nuestro punto de vista la pregunta orienta hacia la Excepción y la Confusión.
La ciencia de los nuevos deístas matemáticos, procede del esfuerzo del cerebro humano por leer la mente de Dios. Para nosotros surge del esfuerzo por leer la Excepción, causa de la Confusión por los siglos de los siglos.
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Teorema de la “incompletitud”: Gödel demostró, en 1930, que todo sistema lógico cuenta con proposiciones que no pueden probarse o refutarse con los axiomas del propio sistema; destruyendo con ello las esperanzas y utopías matemáticas de Russell[*] o Hilbert. Diez años después Gödel eligió el destierro atravesando Siberia y China. El genial anoréxico había nacido como Mendel[***] y Kundera[***] en Brno, a un paso de Austerlitz y su gigantesco soldadito de Andersen.
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Simposio: Cuando los miembros del Colegio de Patafísica se reúnen optan entre tres posibilidades: la cena estudiosa del cenáculo, el simposio si se bebe durante el encuentro, o el coloquio si se prefiere únicamente debatir. El simposio del pasado miércoles tuvo como tema precisamente «Indeterminación, Confusión y Excepción ». Comenzó a las 14h:52’ en mi domicilio parisiense para examinar los principales argumentos y celebrar el cumpleaños de Lis. Thieri Foulc[***], RHSM, comunicó su interpretación de la lógica matemática de Kurt Gödel enriquecida con sorpresas y deslumbramientos. Recordamos como se interpuso (en pleno salón) entre Bertand Russell y Wittgenstein[***] un rinoceronte más auténtico, según éste, que el de la casa de fieras. Y evocamos al psiquiatra de Gödel que no solamente fue uno de los fundadores del dadaísmo (“el tambor de Dadá”) sino que se llamaba Huelsenbeck.
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Jaculatoria (eyaculación, del latín ‘jaculari’).
“Las matemáticas poseen la verdad y la hermosura suprema”, B. Russell (antes de conocer el teorema de Gödel).
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Otro arrabalesco:
Impresa visión, imprevisible, del matemático desde su ático.