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Arrabal y un grupo de “pánicos” internacionales. Foto: Lis.

París, Madrid, B.Aires, N.York a 27 de abril de 2008

Arrabal: Carta a mi traductora persa Shirin Hossein Zadeh

Querida Shirin: Su nombre en persa significa dulce, melodiosa. A sus 24 años se parece usted a la actriz que elegí para encarnar, desvelada, el personaje principal de mi primer largo-metraje en 1970. Respondo, lo menos mal que puedo, a sus preguntas enramadas en mi circunstancia:
¿Le traumatizó de niño la guerra civil como se suele afirmar?: Sería indecente que me refiriera a mi propio pasado sentado en el mirador. En aquellos años se vivieron en Europa los peores crímenes de masas de la historia. Se prolongaron hasta la caída del Gulag. Incluso hoy se perpetúan en ciertos países de rencor y zanjas. En torno mío la Madre Mercedes, Aurorita Morollón, su hermano o mi abuelo fueron capaces de descubrirme los oasis de candor y júbilo en que me formé.
¿Cuál es hoy la pregunta que se hace sobre el misterioso desvanecimiento de su padre?: ¿Cómo es posible que no quede ningún fichero de su desaparición? ¿Cerraron los ojos los archivos, los legajos y las carpetas? Obviamente las autoridades no le mataron, “aplicándole la ley de fuga de un tiro en la nuca” como creía Pasionaria (eso me dijo en Moscú en 1974). Sus jueces tuvieron varias ocasiones de acabar con él, de acuerdo con su legalidad, tras los dos procesos al que le sometieron. Incluso hubieran podido dejarle morir tras su tentativa de suicidio en el presidio el 27 de julio de 1937: De este suceso he recibido “las diligencias” del Juzgado de Ceuta: afirman que mi padre “estaba completamente abatido, debido a su situación familiar, llegando por momentos a un estado de arrebato. Fue hallado en el retrete bañado en un charco de sangre que manaba de ambos brazos”. Mi obra “El laberinto” parece inspirada por este lodacero; pero en el momento de su redacción no conocía los hechos. En aquel trance le salvaron los reclusos don Santiago F. Perdiguero, don Jesús Baños y don Luis Alonso Doval. Yo también conocí otro inolvidable samaritano, esta vez carcelero (lamento ignorar su nombre) en los calabozos de la dirección General de Seguridad de Madrid treinta años después, día por día. En mi teatro o en mi cine la obra suele concluir, tras haber recorrido meandros de calvario, con una subida al cielo.
¿Qué significa “pobre de solemnidad”? : Fue una figura social creada en 1933. Al ser encarcelado y abandonado por todos, mi padre, joven “ex-teniente” y pintor, fue declarado “pobre de solemnidad”. A partir de los años 50, asombrosamente, fue inscrito, en las nóminas de los oficiales vencedores caídos por Dios y por la Patria; y a partir de 1977, en la de los oficiales víctimas por su lealtad a la república. Estas mensualidades fueron gestionadas con gran pericia financiera. El destino quiso que la fortuna, amasada y multiplicada durante medio siglo, condujera a una tragedia shakesperiana a las doce en punto de la primera Nochebuena del tercer milenio. En la noche oscura de San Juan de la Cruz, el silencio del entendimiento se llama fe y el silencio de la voluntad amor.
¿Ha recibido noticias recientes sobre su padre? Acaban de enviarme el informe redactado el 11 de diciembre de 1941 (diez y siete días antes de su fuga y desaparición) por el médico de la Prisión de Burgos don Juan Manuel Astorquiza: En su síntesis global, desconcertado por el caso, asegura que mi padre “inteligente, padece una esquizofrenia catatónica que le impide valerse por sí mismo Con la conciencia confusa su actividad motora alucinante consiste en ideas delirantes”. Don Amideo Cuesta, director del penal, insta a la familia, en carta oficial, para que se haga cargo de él a fin de no verse obligado a ordenar su encierro en un manicomio. Mi padre como santo civil se convertirá en la figura que va a iluminar mi vida y mi obra. Como si me hubiera dicho: la desesperanza es una falta de imaginación y sobre todo de memoria.
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Jaculatorias (eyaculaciones, del latín ‘jaculari’):
Haciendo de él un partidario se degrada a mi padre; a él que tuvo y tiene la eternidad por delante y por detrás de su gesta y de sus gestos.
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Otro arrabalesco: ¿Qué podría pensar el júbilo, que no sabe leer, del tratado optimista?
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